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miércoles, 19 de junio de 2013

Requiem for a Dream - un duro castigo


Verano, Coney Island, Brooklyn, la felicidad yace en lo habitual. Plácidamente sentada en su sillón y degustando unos bombones, Sara Goldfarb (Ellen Burstyn) disfruta de su programa favorito de televisión, uno de concursos, contemplando en su mente a su hijo Harry, abrazándose. Recibe una llamada telefónica que cambiará su destino, en la cual le comunican que ha sido ganadora de presentarse al programa, justamente el de su predilección, aquel que ve sentada en ese sillón, cada día. La emoción la embarga y retira de su closet, de entre otras prendas pasadas de moda, un vestido rojo que utilizó en la fiesta de graduación de Harry, con la intención de usarlo cuando se presente al estudio de dicho programa en vivo, y empecinada con entrar en el vestido cosa que nos posible debido a su obesidad, buscará bajar de peso a como de lugar. Para ella bajar de peso es un sueño. El problema es que la dieta no le dejará lo resultados deseados, volviéndose paulatinamente adicta, aunque sin que ella lo note, a las anfetaminas.

También verano, del otro lado de Brooklyn, incómodamente desesperados y ansiosos por lograr una vida de sueños, Harry Goldfarb (Jared Letto), su novia Marion Silver (Jennifer Connelly) y su amigo Tyrone C. Love (Marlon Wayans)adictos los tres a la heroína se convierten en traficantes de droga, con el afán de invertir el dinero ganado en abrir una tienda de modas para Marión y disfrutar de una mejor vida. Al principio la rentabilidad del comercio de drogas les da buenos resultados pero la adicción de ambos les hace olvidar el objetivo que se trazaron al inicio. Poco a poco se van sumergiendo en una vorágine de consumo y desorientación que los llevará a ir perdiendo sus ahorros hasta quedarse sin proveedores, tocados hasta el límite de hacer lo que sea por conseguir un gramo de droga. Al pie del otoño.
 
Darren Aronofsky (director) no cuenta, expone dos historias en lugar de cuatro como se preve, seccionándolo en estaciones: el paso del apacible verano, con sueños y despreocupaciones, el desesperante otoño y el implacable destino que los arrastra al infierno. Tal como su genial antesesora de corto presupuesto Pi (1998) que expone de forma subjetiva la vida de Max Cohen, un prodigio matemático y su mórbida obsesión por la numerología, que al igual que los personajes de Requiem vive entre dos universos, tratando de explicar, aplicando los principios de la teoría del caos al significado de un patrón oculto detrás del misterioso infinito número pi, su relevancia en el mercado de valores, así como el valor que representa para los hebreos ortodoxos que pretenden leer el nombre de Dios a través de ese padrón. Entre esos dos bandos, la imperiosa búsqueda de la verdad es lo que importa para Max.  En Requiem for a Dream (2000) lo personajes buscan la evasión de sus problemas a través del consumo, sin importar cual sea la verdad o consecuencia de un acto o decisión.

lunes, 17 de junio de 2013

Un tranvía llamado deseo ...

El genial Elia Kazan da por nombre "A streetcar named desire (1951)" la original puesta en escena de la genial obra de teatro de Tennessee Williams del mismo nombre. Un tranvía llamado deseo es un florilegio de situaciones caóticas en la cual una solitaria y refinada Blanche DuBois (Vivien Leight) ya entrada en años, irrumpe la tormentosa vida de pareja que componen su hermana Stella Kowalski (Kim Hunter) y su marido, el rudo y chabacano inmigrante polaco Stanley Kowalski (Marlon Brando) en su apartamento en Nueva Orleans, donde conviven asentados entre la indolencia y la mezcolanza.   

El indeleble paso del tiempo siempre toma con sus garras a quienes huyen de ella, aunque pervivan en las sombras. Las sombras de un oscuro y misterioso pasado que envuelven a  Blanche, una dama sureña educada en la más alta alcurnia que busca disipar de sí su pasado con su trato personalizado, pícaro y exquisito, deseando sobremanera ser tratada como el título de lady lo amerita y que no busca más que amabilidad y delicadeza entre quienes la rodean, una filosofía que no será compartida por su cuñado Stanley el cual se esfuerza en descubrir lo que Blanche esconde y que el film nos proporcionara a cuenta gotas en un inicio, dejando a Blanche sumida en una contienda consigo misma, y con tremendo ser tan desquiciado, machista y violento, contrario a ella, manteniendo sus mentiras pendiendo de un hilo.

Ese dimorfismo mueve los hilos de la película, la contundencia de la performance de su tridente actoral que el tiempo ha perennizado y hoy harían ver como las más avanzadas clases de actuación, casi inimitables y que forjarían los cimientos de lo que sería el cine posteriormente a través del Actors Studio quizás la escuela interpretativa más influyente del cine, que crea Kazán conjuntamente con Lee Strasberg; la definición de unos diálogos fulgurantes y precisos, la sobria iluminación y la densa y estética fotografía blanco negra de Harry Stradling Sr., refuerzan su carácter de clásico instantáneo. Eso y el comienzo de la leyenda Brando aunque ésta no fuera su primera actuación (Hombres fue la primera en 1950) ya hablan de la cúspide casi inalcanzable que lograría apenas con 25 años, consagrándolo unos años después con On The Waterfront (1954) y llevada a categoría de mito casi dos décadas después con El Padrino I (1971).

 Esa violencia aplacada y a la vez fortuita de Stanley, cual animal salvaje desencadenado se desprenden con su sola mirada, con el menor intento de un gesto y con su voz autoritaria e indócil, que no provoca más que quedar mirándolo y descuidar otros detalles de la escena, él es un ser previsible, sensato. Blanche extravagante en cambio, busca aparentar en su bizarría lo que no es, quedándose estancada en su mente, en sus mejores años, dejando señas incluso de no saber si ella misma esta creyendo sus mentiras y si su sobreactuado papel digamos, intencionado, no hace más que complicar el afán de conservar sus secretos bien secretos sobretodo de Stanley, por el cual siente un temor lascivo, una fascinación especial. Pero Stanley percibe ese misterio llevando sin atenuantes su acoso a Blanche hasta acabar volviéndola loca para luego ser internada en un instituto psiquiátrico.

lunes, 27 de mayo de 2013

Las Mejores Películas del 2012

1. Holy Motors de Leos Carax 
2. Dans la Maison (en la casa) de François Ozon
3. 7 Psicópatas de Martin McDonagh 
4. Like Crazy de Drake Doremus
5. Moonrise Kingdom de Wes Anderson
6. Warrior de Gavin O´Connor
7. Argo de Ben Affleck
8. Millennium I: Los hombres que no amaban a las mujeres de David Fincher 
9. The dark knight rise de Christopher Nolan
10. Tyrannosaur (redention) de Paddy Considine

Mención especial:

J. Edgar de Clint Eastwood, Beast of the southern wild de Benh Zeitlin, Amour de Michael Haneke, Skyfall de Sam Mendez, Prometheus de Ridley Scott, Killing them softly de Andrew Dominik , L'apollonide (Casa de tolerancia) de Bertrand Bonello, Django Unchainet de Quentin Tarantino, Lo imposible de Juan Antonio Ballona, The Intouchables de Olivier Nakache

Lo peor:

Jhon Carter de Andrew Stanton
Los tres chiflados de Bobby Farrelly
Total Recall de Less Wiseman
Abraham Lincoln de Timur Bekmambetov
The Watch de Akiva Schaffer
Cloud Atlas de Tom Tykwer
This means war de McG
Savages de Oliver Stone
The Bourne Legacy de Tony Gilroy
Seeking Justice de Roger Donaldson
The Raven de James McTeigue

 

martes, 14 de mayo de 2013

La Naranja Mecánica (1971), la Sociedad Violenta


"I'm singing in the rain
Just singing in the rain
What a glorious feeling
I'm happy again
I'm laughing at clouds
So dark up above
The sun's in my heart
And I'm ready for love

Let the stormy clouds chase
Everyone from the place
Come on with the rain
I've a smile on my face
I walk down the lane
With a happy refrain

(...) "

Entre cánticos exultantes y tarareos desacordes del clásico de Gene Kelly, Singing in the Rain, Alex DeLarge, quien también se hace llamar "vuestro humilde servidor" -lidera una jauría por decirlo menos, de vándalos que se hacen llamar los "droogos"- irrumpe al principio, con la simple y casi infalible falacia de pedir prestado el teléfono de una casa lujosa para reportar un accidente en la carretera, reprimiendo la apacible estadía noctámbula de una opulenta pareja burgués (donde el mayor de ellos, Frank Alexander escribe un libro que curiosamente se titula "A Clockwork Orange"), y luego, en cuanto la puerta se abre con la forzada disposición de tal pacífica pareja, la acometida de forma violenta a aquella casa de toque vanguardista.
Lo que viene luego es evidente: una progresión de ataques depravados y sádicos por parte de los cuatro ultraviolentos enmascarados con antifaces teatrales de enormes y fálicas narices que asemejan penes y vestidos enteramente de blanco; ataques que incluyen la violación de la señora Alexander ante los ojos de su esposo, atado y abatido, y que aunque bien disimulados con las sonatas de Beethoven y las pintorescas collages en declive de la violencia de la que somos testigos, duele ver.
"A Clockwork Orange" es la adaptación cinematográfica de la novela homónima de Anthony Burgess de 1962, totalmente polémica y previsiblemente, censurada en su momento.

Insinuante desde el inicio, nos asentamos entre una mirada desafiantemente sicopatíada y una sonrisa plenamente perversa en primer plano del protagonista Alex DeLarge (formidable, imborrable, Malcolm McDowell), en tanto él mismo se anuncia bajo una voz en off y la cámara va amplificando el plano general, poderosamente estético.
Esa misma mirada, inquietante que Kubrick deja relucir en la mayoría de sus películas : Dr. Strangelove, O: (1964), 2001: A Spacey Odisey (1968), Barry Lyndon (1975), The Shinning (1980), Full Metal Jacket (1987), y Eyes Wide Shut (1999).
Alex yace sentado en un extravagante bar de nombre "Korova", confortablemente acompañado por sus tres drugos: Pete, Dim y Georgie los cuales consumen moloko (leche) con sustancias llamadas velocet, synthemesco y/o drencrom de los que desentiendo sus componentes pero cuya consecuencia inmediata es llevar a su consumidor a un estado de ultraviolencia y desenfreno. El bar lácteo de aspecto pop art que los acoge está destinado en general a jóvenes como ellos por edad y propensión a la violencia, que luego de beber sus milkplus se lanzan al ruedo para dar rienda suelta a sus instintos más vehementes. Éstos, más adolecentes que jóvenes, suelen hablar el nadsat, que es una jerigonza de influencia socialista soviética, diluida al inglés parlo-escrito de una Inglaterra futurista, aunque mucho más marcado en la novela que en el film. Una compleja aventura lingüística que no altera el resultado de la obra. Una obra dantesca que se compone alegóricamente de cielo, purgatorio e infierno.

viernes, 10 de mayo de 2013

Grandes Actores y actrices que nunca ganaron un Oscar

Para muchos se considera un fracaso, sobretodo en los casos de grandes actores con múltiples nominaciones, no lograr premio ganador alguno. Para otros y donde me incluyo, la Academia termina siendo mesquina e injusta. La siguiente lista puede sorprender por tamañas omisiones de quienes conforman el jurado elector de la Academia.

Peter O´Toole (8 nominaciones)
Con 8 nominaciones y ningún Oscar a merito, Peter O´Toole es el actor más desdeñado por la Academia. Su primera nominación fue en 1962 por Lawrence de Arabia y la última en 2006 por Venus. Ganador de tres Globos de Oro por su trabajo en Becket, El león en invierno y Adiós Mr Chips, nunca pudo hacerse con la estatuilla, aunque recibió el Óscar honorífico en 2002, lo cual es peor que pedir propinas.

Richard Burton (7 nominaciones)
Nominado en 7 ocasiones, la primera de ellas en 1953 por Mi prima Raquel y la última en 1977 por Equus, Burton falleció en 1984 sin haber conseguido ganar el Óscar. Controvertido como pocos se le recuerda por sus amoríos con distintas actrices -y seguro también actores con los que compartió escena, pues Burton no sabía exactamente cual su condición sexual principalmente con Elizabeth Taylor, con las cual se casó dos veces.

Albert Finney  (5 nominaciones)
Ha estado nominado por 5 de sus trabajo en películas y ha recibido mútiples premiaciones que incluyen globos de oro, pero nunca lo logró con los Oscar. Destaca su gran trabajo en Erin Brockovich y Big Fish, de los cuales se obvia, no ganó las candidaturas.

Montgomery Clift (4 nominaciones)
Cuatro candidaturas acumuló Montgomery Clift entre 1948 y 1961: Los ángeles perdidos, Un lugar en el sol , De aquí a la eternidad y Los juicios de Nuremberg, antes de fallecer en 1966 tras una agitada vida.

Ed Harris (4 nominaciones)
Cuatro nominaciones ha tenido el actor. La primera por Apollo 13 en 1996, luego por The Truman show, Pollock y The Hours, pero donde más destaca es en A History of Violence de David Cronenberg por su genial interpretación del gunster Carl Fogarty que sin embargo no fue nominado.

Kirk Douglas (3 nominaciones)
El protagonista de Espartaco fue nominado tres veces: en 1949 por El ídolo de barro, en 1952 por Cautivos del mal y en 1956 por El loco de pelo rojo, teniendo que conformarse con el Óscar honorífico que le fue concedido en 1996.

Charles Chaplin (2 nominaciones) 
El maestro del cine mudo que se resistió a la transición al cine sonoro, fue nominado en 2 ocasiones a la mejor interpretación durante su carrera (en 1928 por El circo y en 1940 por El gran dictador), recibió 2 Óscar honoríficos en 1928 y 1971, aparte de conseguir la estatuilla a la mejor banda sonora en 1972 por Candilejas. Algo es algo.

martes, 7 de mayo de 2013

Los 10 mejores actores de la última década


1. Sean Penn
No podía ser otro. Hay personas que han nacido con un don especial para la interpretación, algo realmente difícil y poco común. Sean Penn es sin duda una de ellas. Da igual la dificultad de sus papeles, la calidad de los guiones. Siempre consigue realizar un excelso trabajo dotando a sus personajes de una veracidad soberbia: I am Sam, Mystic River, 21 Grams, The Assassination of Richard Nixon y My name is Harvey Milk son ejemplos de su buen hacer que le sitúan en un lugar privilegiado dentro del mundo del cine, a la altura de los más grandes de todos los tiempos.
 
2. Leonardo Dicaprio
El otrora ídolo de adolescentes, post Titanic. ha conseguido consolidarse como uno de los actores más valorados de su generación, logrando encandilar incluso a aquellos prejuiciosos gracias a interpretaciones sin "peros" como la del millonario y excéntrico Howard Hughes en The Aviator o el solitario cazador de diamantes Danny Archer en Blood Diamond, por las que estuvo nominado al Oscar. Actor fetiche del maestro Scorsese, ha trabajado con él en todas sus últimas películas, como Gangs of New York, Infiltrados o Shutter Island, siendo consuetudinario dentro del género thriller sobretodo.

3. Daniel Day-Lewis
Uno de los actores más respetados de su generación, tan sólo ha rodado cuatro películas en toda la década, pero entre ellas se encuentran algunas de las más grandes actuaciones masculinas: Gangs of New York, de Scorsese y There will be blood de Paul Thomas Anderson que le valió un Oscar en 2008. Merecía sin duda aparecer en este listado, por su madurez y su profesionalidad.
 
4. Johnny Depp
Actor de presencia imprescindible por su versatilidad, por atreverse a hacer los papeles más extravagantes del mundo del cine. Actor fetiche de Tim Burton, ha trabajado con él en todas sus últimas aventuras: Charlie and the Chocolate Factory, Sweeney Todd (para mí, la mejor interpretación de su carrera hasta la fecha) o Alicia en el país de las maravillas. Pero sobre todo ha dado vida a uno de los personajes más míticos de la Historia del cine reciente: Jack Sparrow, de Piratas del Caribe. Cinco nominaciones a los Globos de Oro en esta década y tres a los Oscars avalan su calidad interpretativa. Nada mal.

lunes, 29 de abril de 2013

Se7en, los 7 pecados sociales


Grosso modo, Se7en habla de una historia policial de corte cliché, desarrollada en una oscura y siempre lluviosa ciudad prediseñada de caos y corrupción, que bien puede ser Philadelphia, New York o Chicago, o la "ciudad de mierda" como la define Mills, y eso no importa, Fincher pretende ejemplarizar a través de "su ciudad" el modelo de urbe que habitamos, donde todo parece transcurrir normalmente y de pronto se quiebra intempestivamente.

El veterano detective de homicidios, William Somerset (genial Morgan Freeman) a una semana de la jubilación se encuentra deseoso de salir de ese mundo opresivo del cual siente no encaja, pretendiendo estar exento de toda esa agobiante inmundicia que reina en la ciudad, perdida en si misma, sin merecimiento de salvación ni del sometimiento a la justicia, mucho menos de su intachable visión de la moralidad. Pero antes de su anunciado retiro debe resolver un último caso.

Estando de lleno en la escena del crimen, Somerset indaga abstraído sobre mil y una posibilidades respecto a la ejecución de la cual atestigua asqueado y sobrecogido, a lo que puede ser capaz de recrear una mente desquiciada y a lo que nos sometemos finalmente por nuestra propia inadvertencia, David Mills (contundente Bratt Pitt) un detective transferido para remplazar al viejo Somerset, irrumpe en la escena con cierto desinterés y descaro contando chistes sin gracia. Es lunes y frente a ellos un enorme tipo yace clavado en una mesa entre sus propios despojos y salsa de tomate. No hay huellas y salvo la ingrata impresión que ambos se llevan de ese festín, hay poca información para ellos.

martes, 9 de abril de 2013

Seven Psychopaths, a falta de uno, siete

La falta de inspiración en un escritor se hace exasperante. Una sensación símil a la de quitarle el hueso al perro hambriento. Desesperado y sin ideas Marty (Collin Farrel) , quien tiene inconcluso un guión titulado "Los 7 psicópatas" se ve implicado y a la vez interesado en el curioso "empleo" de su amigo, el actor fracasao Billy (Sam Rockwell) quien para ganarse la vida se dedica a robar perros para luego hacer entrega de ellos, como quien encuentra una billetera y la devuelve a su dueño y recibe recompensa. Su versátil papel toma principal carisma y se hace clave gracias también a la sobriedad de un peso pesado como Christopher Walken (Hans) su socio y aliado. El negocio marcha viento en popa pero esa serie de situaciones lineales pero fraudulentamente exitosas, darían un vuelco cuando este par de ladronzuelos toman al perro equivocado, un Shit-zu llamada Bonnie con alma de Beatrix Keedo propiedad de mafioso, ergo, psicópata Charlie (W.Harrelson), que no tendría reparo en causar destrozos por doquier con tal de recuperar a su mascota, y sin pensarlo Marty sacará provecho de ese barullo, tomando nota de cada ocurrencia para ir nutriendo su nimio guión, el cual apenas tiene escrito la primera página con letras que dicen "Seven Psychopaths". Aunque producto de esa intrepidez, todos terminaran intentando huir de la banda de matones del buen Charlie, el psicópata número tres. Ahora la meta de Marty es salir ileso de este problema y buscar la gloria con la que sería su obra cumbre.

 De inicio las influencias en el filme en escritores de culto como Tarantino, Ritchie y los hermanos Coen se anuncian de manera redundante: el breve pero brillante diálogo inicial entre los cameados Michael Stulhbarg y Michael Pitt (de la venerada Broadwalk Empire) quienes discuten sobre ejecuciones relacionadas con disparos en el ojo, como la del famoso caso de Moe Green en The Godfather I,  solo se ven interrumpidos por la abrupta incursión del presunto psicópata number one, disparándoles en la cabeza cuando el debate parecía llevar a buen fin; recuerda directamente también a escenas de Reservoir Dogs por citar un crédito inmediato. Esa primera matanza como preámbulo inquietante. Y así la sucesión de los psicópatas, una tras otra hasta llegar al séptimo ya es tarea para rebuscar y contar como sinopsis ampliada.

miércoles, 31 de octubre de 2012

Las mejores películas del 2011

Las mejores películas del 2011


1. Drive de Nicolas Winding Refn 
2. The Artist de Michel Hazanavicius 
3. Melancholia de Lars Von Trier
4. The three of life de Terrence Malick
5. The Ides of March de George Clooney
6. Take Shelter de Jeff Nichols
7. Las Aventuras de Tintín de Steven Spielberg 
8. Shame de Steve McQueen
9. Nader y Simin a sepáration de Asghar Farhadi 
10. The Descendants de Alexander Payne


lunes, 24 de octubre de 2011

Viejos clichés de los premios Oscar

La última entrega del Oscar (edición 83) celebrada el pasado año fue recordada no exactamente por ser la más pulcra de su historia sino más bien, por lo decepcionante que fue, de preludio a epílogo.
La crítica especializada y el público cinéfilo en general se encargaron de hacer papilla la participación de los presentadores: un laureado e enhiesto James Franco, parodiando de maestro de ceremonia que con suerte, no ha calado en su carrera actoral. Ni que decir de la menguada recreación de Anne Hathaway que parecía pernoctar en su propia irrisión. Innecesaria en ambos casos.
Una presentación que estuvo muy lejos de ser amena, al tratar de enfatizar disforzadamente en los desdeñados conceptos de maquillaje, sonido o iluminación, buscando reinvindicación como era su sana intención.

Lo mencionado, a priori. La entrega Oscar anual número 84, próxima a celebrarse en el teatro Kodak no escapa de sus últimas antecesoras, por no decir todas y tampoco de los conceptos señalados año tras año y que parecen importar poco a los organizadores.
Primero, la elección de las "favoritas" preseleccionadas, que sigue siendo materia de asombro y deja serias dudas respecto al mediocre jurado y su más ambiguo sistema de calificación proclive a la burla.
A través de su historia, presentación tras presentación el Oscar se ha encargado de perpetuar actuaciones que aún hoy siguen siendo motivo de discusión. Un Oscar para Sandra Bullock que ni ella misma cree, un Oscar que nunca ganó Leonardo Di Caprio por ejemplo, o el ninguneado papel de cualquiera de los actores que componían el ramillete de Pulp Fiction -acaso el film más representativo de las últiams dos décadas- ni Lobo, ni Jules Winfie, tampoco Vincent, de lejos la mejor performance de Travolta en su carrera.

Una explicación del porqué de la elección contralógica a las que anualmente se somenten las películas en el jurado calificador, sería el afán de la academia de expandir su radio de interés social a públicos en crecimiento, como el mercado Hindú por ejemplo gracias en gran medida, a éxitos blockbusteros. El 2008 la sobreestimada SlumdogMillionaire se hizo del Oscar a mejor película, que tranquilamente pudo ser para The curious case of Benjamin Button.
Lo mismo sucedió el año pasado con The Social Network, como para estar a la moda y a la par con el boom de la redes sociales, y aunque no ganó a mejor película tuvo más nominaciones de las que yo suponía más no sospechaba.