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martes, 14 de mayo de 2013

La Naranja Mecánica (1971), la Sociedad Violenta


"I'm singing in the rain
Just singing in the rain
What a glorious feeling
I'm happy again
I'm laughing at clouds
So dark up above
The sun's in my heart
And I'm ready for love

Let the stormy clouds chase
Everyone from the place
Come on with the rain
I've a smile on my face
I walk down the lane
With a happy refrain

(...) "

Entre cánticos exultantes y tarareos desacordes del clásico de Gene Kelly, Singing in the Rain, Alex DeLarge, quien también se hace llamar "vuestro humilde servidor" -lidera una jauría por decirlo menos, de vándalos que se hacen llamar los "droogos"- irrumpe al principio, con la simple y casi infalible falacia de pedir prestado el teléfono de una casa lujosa para reportar un accidente en la carretera, reprimiendo la apacible estadía noctámbula de una opulenta pareja burgués (donde el mayor de ellos, Frank Alexander escribe un libro que curiosamente se titula "A Clockwork Orange"), y luego, en cuanto la puerta se abre con la forzada disposición de tal pacífica pareja, la acometida de forma violenta a aquella casa de toque vanguardista.
Lo que viene luego es evidente: una progresión de ataques depravados y sádicos por parte de los cuatro ultraviolentos enmascarados con antifaces teatrales de enormes y fálicas narices que asemejan penes y vestidos enteramente de blanco; ataques que incluyen la violación de la señora Alexander ante los ojos de su esposo, atado y abatido, y que aunque bien disimulados con las sonatas de Beethoven y las pintorescas collages en declive de la violencia de la que somos testigos, duele ver.
"A Clockwork Orange" es la adaptación cinematográfica de la novela homónima de Anthony Burgess de 1962, totalmente polémica y previsiblemente, censurada en su momento.

Insinuante desde el inicio, nos asentamos entre una mirada desafiantemente sicopatíada y una sonrisa plenamente perversa en primer plano del protagonista Alex DeLarge (formidable, imborrable, Malcolm McDowell), en tanto él mismo se anuncia bajo una voz en off y la cámara va amplificando el plano general, poderosamente estético.
Esa misma mirada, inquietante que Kubrick deja relucir en la mayoría de sus películas : Dr. Strangelove, O: (1964), 2001: A Spacey Odisey (1968), Barry Lyndon (1975), The Shinning (1980), Full Metal Jacket (1987), y Eyes Wide Shut (1999).
Alex yace sentado en un extravagante bar de nombre "Korova", confortablemente acompañado por sus tres drugos: Pete, Dim y Georgie los cuales consumen moloko (leche) con sustancias llamadas velocet, synthemesco y/o drencrom de los que desentiendo sus componentes pero cuya consecuencia inmediata es llevar a su consumidor a un estado de ultraviolencia y desenfreno. El bar lácteo de aspecto pop art que los acoge está destinado en general a jóvenes como ellos por edad y propensión a la violencia, que luego de beber sus milkplus se lanzan al ruedo para dar rienda suelta a sus instintos más vehementes. Éstos, más adolecentes que jóvenes, suelen hablar el nadsat, que es una jerigonza de influencia socialista soviética, diluida al inglés parlo-escrito de una Inglaterra futurista, aunque mucho más marcado en la novela que en el film. Una compleja aventura lingüística que no altera el resultado de la obra. Una obra dantesca que se compone alegóricamente de cielo, purgatorio e infierno.


Cielo
Acabada el rito cuasi satánico de la ingesta de leche empieza el festín. La terrible pateadura al borracho mendigo del túnel, la bronca en el casino abandonado con la pandilla de un tal BillyBoy que intentaban violar a una joven que luego logra huir, los gritos de gloria de los drugos tras domar a su enemigo. Las sirenas de la policía. Música Beethoveniana. De pausa en play, los molokeados drugos continúan su carrusel de sensaciones adrenalínicas. Conduciendo un moderno auto Dodge Durango 95 robado en una de sus tantas fechorías, aceleran sin titubear, van en contra, sin importar cuanto auto chocaran, hasta llegar a la casa del señor Alexander, anunciada con un luminoso cartel "Home" que podría traducirse como "acá son bienvenidos aunque no, sus actos violentos". Una premisa que puede variar. El preámbulo de lo que se detalló bajo la letra del Singing in the rain.
Y unos cuantos ejemplos de las peripecias de un grupo de jóvenes depravados que no ponen límite a sus ansias de violencia.

Tras esos penosos incidentes, una breve y vital tregua corpórea los lleva al bar de siempre, Korova. Mientras consumen sus acostumbrados milkplus para reponer fuerzas perdidas a golpe de violencia y locura, Alex golpea a Dim por interrumpir éste, el hermoso cántido proveniente de una señora de apariencia treintona en una mesa contigua, de la sinfonía 9 de Beethoven. Dim increpa a Alex pero lejos de lograr en éste se retracte, es implícitamente obligado a callar y tragarse su aquejamiento. Todos miran en silencio. Eso y la trifulca en la que Alex le acuchilla la mano de Dim y luego arroja a él y a Gerogie de unos cuantos puntapiés en una piscina mientras caminan, marcarían el precedente del futuro de la banda de los drugos.

Para ello Georgie Boy, que pretende hacerse de lider del clan, tiene un plan conjunto con los otros drugos, teniendo en cuenta que la soberbia de Alex le hace obviar lo que verdaderamente traman. Planifican robar en la casa de una señora adinerada, amante de los gatos y las obras de arte. Y como en la famosa incursión a la casa del cartel home, se aprestan a tocar la puerta y soltar la misma mentira del teléfono. Los drugos es obvio, no contaron con que la señora de los gatos ya conocía esas palabras, vertidas en un diario local donde daban cuenta de un asalto que acabo con la tragedia ya conocida. Así que la señora decide no abrir y pone anuncio a la policía. Ante esto Alex decide forzar su entrada a la casa por una de las ventanas superiores. Sorprendida tanto la señora ermitaña como el soldado drugo tienen una trifulca en la cual Alex logra asestarle un golpe letal con una erótica escultura de porcelana de gran tamaño. Cuando Alex reacciona decide escapar pero es tomado de sorpresa por los otros drugos siendo Dim el que lo golpea en el rostro con un vaso con leche, escapando y dejando que Alex caiga adolorido. La policía que ya venía en camino lo detiene. El líder drugo cayó en la trampa y sería condenado a 14 años de prisión pues la mujer violentada murió. El idilio acabaría para él.

Purgatorio
La reclusión de Alex termina siendo breve, al final solo de 2 años, producto de su buen comportamiento y la "promoción" del capellán de la prisión, interesado en el cambio de Alex y sobrecogido por el "esfuerzo" de éste, su supuesto apego a la biblia y afanosa predisposición servicial. La confianza de Alex al capellán es tal que le revela que está interesado en el programa del gobierno de reforma moral del que se viene hablando con la finalidad naturalmente, de salir en libertad tan pronto le sea posible. Es así como el flamante Ministro del Interior visita la prisión y queda impresionado con las cualidades de rebeldía, audacia y empeño de Alex, considerándolo el candidato ideal para ser objeto de las pruebas del "innovador experimento reformador".

Rodeado de toda una parafernalia neurocientífica, Alex es promovido para someterse a un experimento científico que busca forzar al paciente a odiar aquello que amó hacer (violencia, sexo, etc) con la finalidad de reinsertar a los "enfermos" a la sociedad totalmente curados Esas sesiones incluyen una serie de pruebas que consisten literalmente en ser atado a una silla, previa inoculación de sustancias psicotrópicas, forzándosele además, a tener los ojos siempre abiertos, gracias a unas tenazas que sujetan ambos lados de sus párpados y un médico a su costado sumistrándole un líquido que evita la resequedad del ojo. En cada sesión se induce a Alex sistemáticamente a ver escenas de películas de corte violento y contenido sexual, acompañados de música de Beethoven, por las que en un corto plazo sentirá pavor, asco y dolor, provocando un "condicionamiento no deseado".

El famoso "Método Ludovico" basado en el condicionamiento clásico, una técnica inmoral que robotiza al paciente, que lo impulsa a perder su libertad de decidir, siendo un conejillo de indias. Destruyendo al individuo por el supuesto bien de la sociedad. Se regenera al sujeto, se le reinserta a la sociedad como animal criado en cautiverio y se le pone a prueba. Pero el sujeto y a la vez objeto no sabe discernir entre lo bueno y lo malo porque ha sido mutilado, porque no es libre de decidir, porque es un robot disfrazado en piel.  Bajo ese paradigma descansa el título de la obra, naranjas mecánicas. Alex deLarge es un hombre metálico, restaurado pero sin el bien más preciado de la humanidad: su libertad de elegir.

Infierno
Las palmas de los asistentes de pie, donde sobresalen en primera línea, el político, el guardia de la prisión, el cura  y los médicos, ante la demostración de efectividad de la terapia experimental dan cuenta de que Alex ha "cambiado". Una primera línea de fascismo puro, de individuos que desbordan una crueldad inherente y procaz. De la sínica representación simbólica de nuestra sociedad, lisiada, sin más ni más que acatar las "órdenes" de quienes representan el estado. Alex es un arquetipo que representa al "estado que se preocupa en el cambio de cada uno de sus individuos, que busca erradicar la violencia, que desea encaminar a la sociedad por el camino correcto", y Alex es producto de ese esfuerzo. Nada más falso que eso. Alex es producto de la manipulación, de la convivencia con la anarquía moral y los intereses de unos pocos que controlan todo.
Las palmas dejan de sonar y las luces siguen encendidas. La "reformación moral" de Alex ha acabado, el conejillo debe salir de su cautiverio y reinsertarse al campo.

De regreso a su casa se da con la sorpresa de que su habitación ha sido alquilada, que sus padres lejos de mostrarse contentos por el regreso de su regenerado hijo sienten indiferencia y retocada repulsión. Ha perdido sus pertenencias, los botines ganados en batalla e incluso su serpiente Basil. Y el "amor" de sus padres que ahora ven en su inquilino de reciprocidad codiciosa, al hijo ausente.

Incapaz de buscar explicaciones y con la suerte echada a menos, Alex deja el hogar perdido y deambula por la ciudad, en aquel campo de batalla donde un día fue general y donde hoy debe pagar cada injuria. Mientras contempla la quietud el mar, y el leve devenir de las sombras bajo el puente se le acerca un indigente pidiendo caridad, ambos se observan. Alex tiene la mirada perdida, sin lograr aún entender pero el viejo logra reconocer su rostro, reconoce en él al joven que junto con su pandilla lo sometieron a cuanto golpe pudo resistir su longevo cuerpo. El viejo recrimina a Alex que, en su intento por escapar termina recibiendo una paliza por parte del viejo y otros mendigos. Pronto nuestro humilde servidor es auxiliado por dos policias que rondaban por la zona que lejos de asistirlo agradecen al destino por tamaña casualidad, pues se trata de sus antiguos drugos, Dim y Georgie, quienes no dudan en esposarlo y llevarlo a una zona desolada y azotarlo, haciéndole pagar viejas ofensas al borde de un estanque con agua, Alex cede al castigo sin esfuerzo por defenderse, a punto de ahogarse. Pero sobrevive y vaga por los bosques hasta que llega, casualidad nuevamente del ingrato destino para el, a la casa del señor Alexander. En su intento de pedir auxilio desde la puerta es socorrido por el guardaespaldas de don Alexander, un tipo alto y robusto que levanta con facilidad el molido cuerpo de Alex. No pasaría mucho tiempo para que el ahora viejo escritor, viudo y parapléjico señor Alexander note -gracias al delator tarareo de I'm Singing in the Rain de Alex- que el jovenzuelo herido que acaba de acoger es el vil violador de su mujer, que desgracia posterior, decidió suicidarse. Por ello no tardará en vengarse, drogando al joven y luego induciéndolo al suicidio tras forzarlo a escuchar la novena sinfonía de Beethoven, encerrado. Pero Alex sobrevive tras lanzarse de la ventana.

En tanto se recupera en el hospital, el gobierno es acusado de emplear métodos inhumanos, tomando a Alex de verbigracia y el tratamiento fallido al que fue sometido. Esa imagen cruel recae en el Ministro del Interior que ofrece a Alex un trabajo digno y el sueldo que el eligiese con tal de que lo apoye en su próxima campaña y quedar impune. Alex aparentemente curado, fantasea sexualmente en su mente al tiempo que su propia voz en off dice "I was cured all right".

Stanley Kubrick (director, genio universal) fue un adelantado a su época. Un obsesivo con su obra, perseguidor de la perfección. Un megalómano endemoniado.
El tratamiento de su obra es un enfoque visual puramente estético y técnicamente cuidadoso, jugando con los tiempos narrativos, los constantes travellins, la cámara relentizada y la cámara manual, la gama de colores en la fotografía según la escena y la imposición de las emociones a partir de las imágenes coreografiadas, supliendo en gran medida los diálogos para dar protagonismo a la fuerza interpretativa materia de un prototipo que refleje lo que el director busca imponer: Malcolm McDowell en la performance de su vida. Que el actor sea una herramienta para conseguir un producto loable artística y argumentalmente. Todo eso orquestado pulcramente con un soundtrack que si bien no es original, es preciso, envolvente y expresa lo que se busca, desde Gene Kelly y Walter Carlos hasta Ludwing Van Beethoven. Una película de culto absoluto.
Si su antecesora 2001 Odisea del Espacio era la muestra óptima de nuestra realidad, vital y posible, la Naranja Mecánica es la versión pesimista de nuestra posibilidad, el producto de lo que somos en verdad.  

A Clockwork Orange toma la violencia para abordarla mostrando más violencia, denotando que cual sea el entorno en el que se desarrola la sociedad, la futurista Londres de los setentas, o la actual, sigue siendo la misma. Nacemos en un mundo ya establecido donde nuestra libertad de discernir se trastoca con la de simplemente sobrevivir, un ideal supremo a cualquier otro, como al de trazarse metas y cumplirlas, al de creer en los sueños ó la de convivir en franca armonía en un mundo compartido con seres violentos, primitivos.
No hay futuro esperanzador cuando se ha pecado de manera tal que nada cambia el estado de las cosas, ni el perdón ni el castigo. El cuerpo, la mente y el alma llegan a un punto en el que colapsan y la salvación no es meritoria para nadie. Se haga lo que se haga. Alex DeLarge es presa de si mismo, coludida con una sociedad demente y corrupta.

"Negarle al hombre la posibilidad de elección, de decidir entre el bien y el mal, es convertirlo en algo que no llega a ser humano... en una naranja mecánica"  
Stanley Kubrick 




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