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lunes, 29 de abril de 2013

Se7en, los 7 pecados sociales


Grosso modo, Se7en habla de una historia policial de corte cliché, desarrollada en una oscura y siempre lluviosa ciudad prediseñada de caos y corrupción, que bien puede ser Philadelphia, New York o Chicago, o la "ciudad de mierda" como la define Mills, y eso no importa, Fincher pretende ejemplarizar a través de "su ciudad" el modelo de urbe que habitamos, donde todo parece transcurrir normalmente y de pronto se quiebra intempestivamente.

El veterano detective de homicidios, William Somerset (genial Morgan Freeman) a una semana de la jubilación se encuentra deseoso de salir de ese mundo opresivo del cual siente no encaja, pretendiendo estar exento de toda esa agobiante inmundicia que reina en la ciudad, perdida en si misma, sin merecimiento de salvación ni del sometimiento a la justicia, mucho menos de su intachable visión de la moralidad. Pero antes de su anunciado retiro debe resolver un último caso.

Estando de lleno en la escena del crimen, Somerset indaga abstraído sobre mil y una posibilidades respecto a la ejecución de la cual atestigua asqueado y sobrecogido, a lo que puede ser capaz de recrear una mente desquiciada y a lo que nos sometemos finalmente por nuestra propia inadvertencia, David Mills (contundente Bratt Pitt) un detective transferido para remplazar al viejo Somerset, irrumpe en la escena con cierto desinterés y descaro contando chistes sin gracia. Es lunes y frente a ellos un enorme tipo yace clavado en una mesa entre sus propios despojos y salsa de tomate. No hay huellas y salvo la ingrata impresión que ambos se llevan de ese festín, hay poca información para ellos.


Las sospechas de Somerset le darían la razón posteriormente: la autopsia revela que el cadáver fue sometido muchas horas a fin de sufrir antes de morir. Somerset tiene claro que no es una muerte entre tantas, al azar o producto de una simple manifestación de odio. Hay tras esa muerte método, paciencia y un fin proclive a la  prosecución. Pero es recién a partir de una segunda muerte en apariencia, del mismo autor, la que definiría su hipótesis.

El día martes, la avaricia se anuncia con letras hechas son sangre de un abogado muerto, Somerset comprende por fin que la mente tras esos asesinatos delinea  las mismas siguiendo un orden y un método: el de castigar a sus víctimas según los pecados que cometieron, los 7 pecados capitales. Comprende también que la primera muerte se relaciona con la gula. Y supone que tras esas vendrían 5 más en los 5 días siguientes.

Eso los lleva en principio a investigar por su lado, Mills asentado en su nueva oficina y Somerset, decidiendo ir más allá, queriendo comprender la mentalidad del asesino, deseando adelantarse al menos una vez a sus movimientos, para ello de todo lo que la biblioteca puede ofrecerle, escritos de corte mitológico y alegórico: La Biblia, La Divina Comedia de Dante, El Mercader de Venecia de Shakespeare, El Paraíso perdido de Milton y los Cuentos de Canterbury de Chaucer, entre otras. 

Pero luego el dúo nada parejo de investigadores, gracias en gran medida a la apacibilidad de la esposa de Mills, Tracy (solo correcta, Gwyneth Paltrow) y cuyo nombre tendría impacto en el final, además del secreto confeso a Somerset que forzosamente deberá revelar; dará una tregua a su intrincada relación profesional.
Dos hombres, dos personalidades, ideales, apariencias y concepciones opuestas buscando la causa común, aprendiendo de si mismos. Somerset, el tipo solitario, viejo, culto y centrado pero a la vez pesimista, infeliz. Mills tiene una familia, es joven y divertido o pretende serlo y aunque torpe e impulsivo parece ser feliz.
Luchan contra sus dualismos contrapuestos y el enorme escollo que tienen delante, un asesino al que nunca se anteponen, y que los deja con poco más que jugar sucio.Es entonces que Somerset, valiéndose de una base de datos proporcionada por uno de sus contactos del FBI, decide cotejar una relación de lectores asiduos de la biblioteca, principalmente de escritos relacionados a los "libros marcados" o prohibidos, de entre los cuales pretende encontrar al supuesto asesino. Esa búsqueda los llevaría a su escondite.

Ambos investigadores quedan perplejos por todo lo que rodea el escabroso departamento de Jhon Doe (sucinto pero magistral Kevin Spacey), según el registro del FBI. Miles de diarios repartidos por doquier, claroscuros por acá y por allá, cientos de fotogramas de los asesinatos que evidencian que Doe hacía seguimiento de sus víctimas con anticipo y sigilo. Cero huellas que investigar. Curiosamente los asesinatos nunca se muestran, solo se evocan sugerentemente.  

Tras descubrirse dos crímenes más a manera de rituales (pereza y lujuria), el tiempo parece acabarse para Mills y Somerset. Para el día domingo una nueva víctima (soberbia), la número cinco. Con la sangre fresca bañándole el cuerpo, John Doe se aparece en la comisaría para entregarse, algo que sin dudas desencaja a cualquiera. Pero para ello tanto Mills como Somerset deben someterse a algunos requerimientos de Doe. Deben ir con el  al desierto a las afueras de la ciudad a buscar los dos cuerpos restantes que completan su obra. Y lo que parecía consecuencia de un final presumible daría un vuelto abrupto e inclemente.

La revelación de Doe en el inacabable camino recae escépticamente en Mills que, en su afán por descubrir rápidamente los últimos dos misterios de Doe (envidia e ira) termina obviando que ellos mismos podrían ser víctimas de tamaña mente perturbadamente impecable. Aunque distantes por las rejas que los separan en el auto, Mills y Doe no están lejos de ser símiles .Doe lo comprende, Mills no.
Lo que viene luego es consecución de Kevin Spacey, que hace gala de una prolijidad memorable y que logra un personaje excéntrico y todopoderoso, empeñado en extirpar los vicios del hombre, sin estimar siquiera medirse con los propios investigadores, haciéndoles partícipes de su obra, la que el considera una obra de arte, justificada y necesaria y que será valorada en el tiempo. Es su mirada, en su sigilo reside el terror.
Al final, todos pierden, Mill producto de la ira y tras descubrir que su esposa ha sido asesinada decide vengarse y acabar con Doe. Sus almas han muerto.

Seven juega con el dualismo del hombre como personaje, poniéndolo a prueba entre discernir si se es parte del sistema que el mismo contribuye a desarrollar o, si está en contra de él, por tanto, de si mismo. Seven deja de ser solo una película de corte policial para poner en tela de juicio la decadencia de la sociedad, la inmoralidad del espíritu humano y la aciagada cultura del consumismo como paradigma del materialismo.

David Fincher (director) se reivindica luego del fiasco que significó la truculenta y atroz Alien 3, y da mano de su habilidad como director de cortos y video clips, los que se reflejarían en la fotografía y en el sonido principalmente. Fincher demuestra en esta película que la eficacia narrativa subrayada en pretenciosos diálogos se sostiene en un perfecto guión, se refuerza en la técnica del enfoque y el montaje, se inmiscuye en la perversión de una ciudad de pecado vista desde una óptica intrigante, se orquesta correctamente en un encomiable soundtrack y se desembrolla en los sentidos a través de una fotografía depresiva y fuliginosa de alta densidad de oscuros, elementos ideales para transmitir una atmósfera de sensaciones ensombrecidas y desesperanzadoras que refuerzan la trama ideal del cine negro y el thriller y nos envuelven en un desolador final que aunque no deseable, era el mejor.

"Con unos pocos no se puede restablecer el mundo", delata implícitamente la actitud de Somerset. Quizás si. Sin mas ni mas.

1 críticas cinéfilas:

Anónimo dijo...

Obra maestra. Imprescindible.
Darius Khondji en estado de gracia.

Me ha gustado mucho la entrada. Gracias.
Ángel Polo

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